El presidente panameño, José Raúl Molino, reveló este jueves que ha pedido a su ministro de Relaciones Exteriores, Javier Martínez Acá, que emita una advertencia formal al gobierno de Nicaragua. Esta medida responde a las actividades que el expresidente panameño Ricardo Martinelli realizará en la embajada de Nicaragua en Panamá, donde permanece como asilo político. La acción se produce tras numerosas denuncias, muchas de ellas en las redes sociales, sobre el uso de la sede diplomática con fines políticos.
Mulino destacó que la embajada de Nicaragua debe limitarse a su propósito de brindar asilo y no convertirse en un espacio para actividades de partidos políticos. «No fue decisión del canciller. Le pedí que pusiera algo de orden allí. Que cumplan con las convenciones internacionales de asilo, así de simple. No hagamos de ésta ni de ninguna embajada un centro político y una actividad política partidista, ni a favor ni en contra de nadie», dijo el presidente en su conferencia de prensa semanal.
El presidente panameño también expresó su esperanza de que el gobierno de Nicaragua cumpla con esta advertencia, señalando que esta es la primera acción oficial que su administración toma al respecto. “Espero que la República de Nicaragua entienda esto. Esta es la primera advertencia que damos en este sentido», agregó Molino, quien ha mantenido una estrecha relación con Martinelli desde su campaña presidencial y durante el inicio de su gobierno.
No hay detalles sobre posibles consecuencias.
Si bien aclaró que la advertencia reflejaba la gravedad del asunto, Molino evitó decir qué acciones tomaría su gobierno si Nicaragua ignorara la solicitud. «Esperemos que suceda y luego actuaremos. Dije que esta es la primera decisión que se ha tomado. En el lenguaje diplomático, cuando llamas a un embajador al Ministerio de Asuntos Exteriores es porque el asunto es grave”, explicó.
Sin embargo, el presidente no ocultó su descontento con el gobierno de Nicaragua. “Este es un país que no tiene ni Dios ni ley, esto es Nicaragua. «Tenemos que entender que no estamos trabajando con un país común y corriente que respeta el derecho internacional», dijo Mulino, refiriéndose a la administración del presidente Daniel Ortega, que ha sido criticada internacionalmente por su manejo de los derechos humanos y la política exterior.
Martinelli y su condición de asilo político
Ricardo Martinelli, quien fue jefe de Panamá entre 2009 y 2014, se encuentra en la embajada de Nicaragua desde febrero de este año luego de ser sentenciado a más de 10 años de prisión por lavado de dinero en el caso Nuevos Negocios. El expresidente insistió en que era inocente y se calificó de víctima de persecución política.
El caso Nuevo Negocio implica la compra de un conglomerado de medios panameño utilizando fondos públicos desviados durante el mandato de Martinelli. La condena del expresidente ha dividido a la opinión pública, algunos lo ven como una figura corrupta y otros como un perseguido político.
Las delicadas relaciones diplomáticas entre Panamá y Nicaragua
Este episodio refleja la tensión en las relaciones diplomáticas entre Panamá y Nicaragua, que en los últimos años han estado marcadas por diferencias ideológicas y críticas mutuas. La decisión de Nicaragua de otorgar asilo político a Martinelli es vista en Panamá como una medida que profundiza esas tensiones, especialmente dada la historia de conflicto interno y aislamiento internacional del gobierno de Nicaragua.
El presidente Molino se mantiene firme en su postura de que las sedes diplomáticas deben cumplir con los convenios internacionales sobre asilo, limitando su uso como refugio para personas perseguidas políticamente y no como plataforma para actividades políticas. Sin embargo, su caracterización de Nicaragua como un país «sin Dios ni ley» añade un tono más fuerte a una relación bilateral ya complicada.
Expectativas y posibles escenarios
A pesar de la claridad con la que Molino expresó su descontento, aún no está claro qué medidas podrá tomar el gobierno panameño si Nicaragua no atiende la advertencia. En el ámbito diplomático, llamar al embajador ante la Cancillería es un paso importante que muestra la gravedad del asunto, pero Panamá puede considerar otras acciones si el conflicto continúa. Estas podrían incluir restringir las actividades de la embajada de Nicaragua o incluso pedir al personal diplomático involucrado que se vaya si no se siguen las reglas.
Por otro lado, el futuro de Martinelli como asilo político también podría verse afectado si el gobierno panameño decide aumentar la presión sobre Nicaragua. Sin embargo, cualquier acción en este sentido podría desencadenar una respuesta diplomática por parte del gobierno de Ortega, complicando aún más las relaciones entre ambos países.
Mientras tanto, la opinión pública en Panamá sigue dividida sobre Martinelli. Por un lado, hay quienes lo ven como un símbolo de la corrupción política, mientras que otros lo ven como un líder injustamente perseguido. En este contexto, la actitud del gobierno de Mulino ante el tema será clave no sólo para la política exterior de Panamá, sino también para la percepción interna de su liderazgo.
Un caso que trasciende fronteras
La controversia en torno a Ricardo Martinelli y su refugio en la embajada de Nicaragua pone de relieve los desafíos que enfrentan los gobiernos para equilibrar los intereses diplomáticos, el respeto al derecho internacional y las presiones internas. Este caso no sólo resalta las tensiones entre Panamá y Nicaragua, sino que también resalta la complejidad de las relaciones internacionales en un entorno político polarizado.
El resultado de esta situación dependerá en gran medida de cómo ambos gobiernos afronten las próximas etapas del conflicto. Mientras tanto, la figura de Martinelli sigue siendo objeto de una polémica que polariza tanto a Panamá como sus relaciones con otros países de la región.