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El año de oro de una banca que apunta todavía más alto para 2024 | Economía

El año de oro de una banca que apunta todavía más alto para 2024 | Economía

ana Botín, presidenta de Banco Santander, el miércoles durante la presentación de los resultados anuales de la entidad, en Boadilla del Monte (Madrid).ZIPI (EFE)

El sector financiero español ha cerrado un 2023 de beneficios récord en el que todo le ha salido de cara. Entre los cinco grandes bancos —el Santander, BBVA, CaixaBank, el Sabadell y Bankinter— han ganado un 26% más que el año anterior, que ya fue excelente, hasta rebasar la barrera de los 26.000 millones de euros de forma agregada. Una cota nunca vista que las entidades confían batir de nuevo este año. Para ponerlo en contexto, se trata de una cifra similar al gasto en pensiones en España durante dos meses, algo superior al presupuesto anual que destina el Gobierno para financiar el paro y del doble de lo que se gasta en Defensa.

El ejercicio pasado reunió un reguero de buenas noticias para el sector. Lo primero, el cambio de la política monetaria y el avance de los ingresos. A lo que se unieron las incertidumbres que no llegaron o, al menos, se retrasaron —repunte de la morosidad y la remuneración del ahorro, frenazo económico y más desempleo—. Además, el factor tamaño es clave para la comparación histórica, ya que las entidades son ahora mucho mayores que antes de la crisis de 2008. Por ejemplo, han doblado su volumen de activos.

El primero de los factores que cambió el panorama se fraguó a mediados de 2022, en Fráncfort. Entonces, el Banco Central Europeo (BCE) inició una senda fulgurante de alzas de tipos de interés que ha llevado el precio del dinero hasta el 4,5%. “Veníamos de años atípicos, con tipos de interés negativo. Y hemos tenido una subida abrupta, históricamente rápida”, explicaba el viernes José Ignacio Goirigolzarri, presidente de CaixaBank. Aunque recordaba que solo se trata de una normalización, que ha permitido al sector anotarse rentabilidades saludables, de alrededor del 15%.

El viraje del Eurogrupo ha tenido un impacto extraordinario sobre las cuentas de las entidades, como se refleja en unos márgenes de intereses disparados en 2023 en el negocio en España. De forma agregada, la gran banca aumentó estos ingresos recurrentes en un 20% a nivel global y un 44% si solo se fija la mirada en lo cosechado en territorio nacional.

Esto se debe al encarecimiento del crédito que supone el nivel actual de tipos —y del euríbor— en el Viejo Continente, tanto de los nuevos préstamos como del saldo existente a tipo variable. Por ejemplo, alrededor del 75% de las hipotecas están referenciadas al euríbor, por lo que las últimas actualizaciones de la cuota (normalmente se revisa cada 12 meses) han supuesto un aumento notable de la factura para las familias. Y ya en las próximas comenzará a moderarse.

Esto contrasta con una remuneración del ahorro de los hogares todavía escasa. Según las últimas cifras del BCE, de diciembre, la banca en España retribuyó a las familias un 2,59% de media los depósitos a plazo de hasta un año. Ha crecido con fuerza respecto a 12 meses antes, pero sigue muy lejos del 3,29% de la Eurozona y del 3,81% de Italia o el 3,79% de Francia.

De esta forma, la transmisión de la política monetaria no ha sido completa: se ha traspasado al activo y no del todo al pasivo. Eso se traduce en un margen de clientes —lo que gana por cada usuario si al rendimiento del crédito se le resta el coste de los depósitos— disparado por encima del 3%. En esta métrica destacan CaixaBank (3,58%), el Santander (3,46%) y el BBVA (3,42%).

Así se explica que tres de las cinco mayores entidades del país hayan superado con creces sus cifras históricas de beneficio —Banco Santander, BBVA y el Sabadell—. Solo no lo consiguieron CaixaBank y Bankinter, aunque lograron quedarse cerca de la cota de un atípico 2021, cuando se apuntaron unos extraordinarios millonarios por la absorción de Bankia en el primer caso y por la escisión de Línea Directa en el segundo.

El debate perdido del impuesto

Con estas cifras, el Gobierno ha ganado el debate en la calle sobre el impuesto extraordinario al sector. Las entidades no comparten el argumento de origen: consideran que lo extraordinario no es el momento actual, sino la era de tipos negativos. “Pensamos que es una medida contraproducente para la economía”, dijo el martes Carlos Torres, presidente del BBVA, sobre el gravamen. En la misma línea que su homóloga en el Santander, Ana Botín: “Ningún país del mundo tiene previsto un impuesto sobre beneficios extraordinarios más allá de 2024”.

Sin embargo, el Ejecutivo se ha mantenido firme en su postura y lo que comenzó como una tasa temporal para dos ejercicios se ha prorrogado un año más con el compromiso de convertirlo en permanente mientras se resuelve en los tribunales el recurso de la banca. Existen diferencias entre las partes, pero sí parece que las relaciones entre el Gobierno y el sector se han encauzado. De ahí el escaso ruido político alrededor de los resultados anuales del sector en comparación con lo ocurrido en estas fechas del año pasado.

Todavía más para este año

Pese a estos datos, el sector apunta todavía más alto para 2024. “Aspiramos a mejorar estas cifras”, dijo el viernes Gonzalo Gortázar, consejero delegado de CaixaBank. Más optimistas y contundentes fueron los responsables del Santander y el BBVA. “Si 2023 ha sido bueno, 2024 va a ser aún mejor”, afirmó Botín. “El beneficio del grupo seguirá creciendo”, añadió Torres.

Para conseguirlo, la banca cuenta con algunas bazas a su favor. Por ejemplo, una parte de los activos debe repreciarse aún al nuevo entorno de tipos de interés, aunque será un incremento reducido. A ello hay que unir los colchones con los que cuentan para este ejercicio: el margen de mejora en mercados como Brasil (para el Santander) y Turquía (para el BBVA), así como la reducción de costes estructurales. “Este año ya no habrá contribución material al Fondo de Garantía de Depósitos y al Fondo Único de Resolución”, recordó el jueves César González-Bueno, consejero delegado del Sabadell. Esto es, unos 2.500 millones menos de gasto para que el beneficio repunte (todavía más) al alza.

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