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Desigualdad y salud en América Latina: desafíos y soluciones

Desigualdad y salud en América Latina: desafíos y soluciones

Concentración de riqueza y deseo.

Contrariamente a la tendencia observada hasta finales del siglo XX, las últimas décadas muestran una creciente concentración de la riqueza en unas pocas manos, colocando a América Latina y el Caribe (ALC) como la región más deseable del planeta. Esto tiene profundas consecuencias para la salud y el bienestar de la mayoría de sus habitantes.

En ALC, la riqueza de las personas más ricas ha aumentado un 70% desde el inicio de la pandemia, lo que equivale a la riqueza total de la ciudad más pobre de la región, unos 334 millones de personas, según datos de Econuestra de Oxfam. Por ejemplo, la riqueza del empresario mexicano Carlos Slim, que supera los 100 millones de dólares, duplica el crecimiento anual de la salud en México. Esta concentración no es accidental, sino resultado de una estrecha cooperación entre el poder económico y político de la región.

En países como Ecuador, los gobiernos han establecido intereses privados en las políticas de salud y nutrición, permitiendo a las empresas promocionar sus marcas y dictar estrategias contra la desnutrición infantil. El gobierno de Daniel Noboa, heredero del imperio empresarial de Álvaro Noboa, fortaleció esta estructura. Durante la mayor parte de este año, su partido ha estado proponiendo legislación que otorgaría exenciones fiscales a las personas que implementen proyectos relacionados con la nutrición infantil.

Desigualdad económica y desigualdad en salud

Desde la perspectiva de los determinantes sociales de la salud, la monopolización de los recursos por parte de las élites políticas y económicas tiene un impacto significativo en el bienestar de la población. El control de los recursos por parte de estas élites significa que grandes sectores de la población latinoamericana y caribeña no participan en las decisiones políticas y programas de salud, ni pueden emitir una contabilidad adecuada.

Desde el punto de vista epidemiológico, la región enfrenta un escenario complejo de aumento de las enfermedades no transmisibles (ENT). Se estima que el dolor cardiovascular y el cáncer representan más del 82% de todas las muertes, en comparación con el 10% del dolor crónico y el 8% de las lesiones. Además, los factores de riesgo como el peso y la obesidad han aumentado, y la mayoría de los hombres (53%) y mujeres (61%) padecen sobrepeso en la edad adulta. Un estudio de cinco países de la región encontró que la tasa de mortalidad de otorrinolaringólogos es mayor en países de bajos ingresos como Nicaragua y Honduras.

En el contexto del deseo, no sorprende que las poblaciones con menos recursos tengan consecuencias más graves. UNICEF estima que millones de niños en ALC sufren de falta de alimentos para bebés y que la tasa de mortalidad infantil en la región es muchas veces mayor que en los países de alto nivel. Otro estudio reciente muestra que en países como Bolivia, Guatemala, Colombia y Paraguay, la mortalidad infantil es entre tres y cinco veces mayor en los hogares del quintil más bajo, en comparación con los hogares del quintil más alto.

Saludos cordiales por los servicios médicos.

Durante décadas, los investigadores de salud pública en ALC han documentado las desigualdades en salud. Sin embargo, con pocas excepciones, estos esfuerzos no han logrado establecer principios de equidad en las políticas y programas de salud a nivel nacional y regional. Iniciativas como la atención primaria de salud o la cobertura universal se basan en su mayoría en un modelo biomédico más curativo que preventivo. Esto contribuye a que ALC sea considerada una de las regiones con un fuerte «mercado hospitalario», con más de 20.000 hospitales.

A pesar de este sólido sistema hospitalario, las condiciones de salud en la región se ven afectadas por demandas predecibles, como la falta de agua potable y saneamiento, lo que resulta en infecciones transmitidas por vectores y otras enfermedades que estos causan. En 2017, una de cada cuatro personas en las zonas rurales y una de cada cuatro personas en las zonas urbanas no tenían acceso a servicios básicos de salud.

Hacia una conducción saludable

Centrarse exclusivamente en la prestación de servicios médicos impide que los planes de salud pública de ALC sean más estructurales y multisectoriales. Para reducir la desigualdad en salud, es necesario reducir la desigualdad económica. Como sugiere Oxfam, uno de los pilares de la construcción de sociedades más justas es que las personas más ricas contribuyan más a través de sus deudas y eliminar esquemas opacos como los parásitos fiscales.

El crecimiento social de ALC requiere esfuerzos concertados. La dolorosa experiencia de la pandemia de COVID-19 y el calendario global exigen respuestas inmediatas e integrales. Existe una necesidad urgente de que los gobiernos nacionales, las organizaciones regionales y las organizaciones de la sociedad civil hagan un esfuerzo para avanzar hacia una sociedad más igualitaria. El primer paso es que las personas de grupos históricamente marginados (por ejemplo, personas de bajos ingresos, quienes viven en áreas rurales, pueblos indígenas, afrodescendientes) participen activamente en el proceso de toma de decisiones políticas y en los programas dirigidos a la equidad en salud.